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Año 10 - N°10 - Prefacio

Juan Andrés Cardozo

Director General de la Academia Diplomática y Consular

Tras un obligado intervalo volvemos a publicar la presente edición de la Revista. Si la vida humana se expone a las contingencias que inciden sobre su actividad, también influyen sobre la regularidad de lo previsto. Así las intencionalidades posibles gracias a la libertad son, según Hegel, tributarias del azaroso mundo. En nuestro caso, aun cuando ya disponíamos de los textos, nos vimos compelidos a demorar la impresión. Y ahora, todavía bajo el humeante fuego del Covid-19 que nos azota, retomamos los signos gráficos de la palabra.

Antes acaso habrá que resignificar lo aprendido en las relaciones internacionales durante la más grave situación de la pandemia. Y es que para enfrentar la incertidumbre se precisa avanzar hacia un mundo más equilibrado. No solo en lo económico sino especialmente en el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Pues de lo contrario las asimetrías agravan la vulnerabilidad de los países que aún no acceden a ese proceso. Los valores de la civilización en materia del derecho a la cooperación y de la ética de la solidaridad no bastan –con haber sido ignorados en la etapa más crítica- para subsidiar a las naciones dependientes. Estas enfrentan, una vez más en la historia, el desafío de la soberanía para su autosuficiencia. Razón por la cual el salto a la participación activa de la sociedad del conocimiento científico les apremia a no seguir postergando. Y sus respectivas políticas

exteriores necesariamente deben integrar a su cultura la ambición de elevarse también a la ciencia, la tecnología, la innovación y el pensamiento teórico y crítico.

Esta ha venido siendo una dirección que asumió la Revista en sus últimos números. Ir más allá de los artículos que reseñan descriptivamente la temática abordada. Y ello al mismo tiempo con la incorporación de los trabajos elaborados por autores de distintas categorías de nuestra diplomacia. De ese modo avanzamos no solo hacia la interdisciplinariedad de los contenidos, sino también en la pluralidad generacional de quienes escriben y forman parte del Consejo de Redacción.

Siempre la actualidad y sus prospectivas, sin dejar de mirar las influencias del pasado, importan en las reflexiones sobre la política internacional y el rol que desempeñan los distintos países en su contexto. En ese marco, la presente edición contiene unos relevantes trabajos. Al inicio, un análisis sobre los países “emergentes” y su proyección en el ámbito de la economía mundial, incluyendo las implicancias y las posibilidades que esta reconfiguración geoeconómica tiene para el Paraguay. Le sigue una lectura deconstructiva respecto a la Doctrina Monroe, su incidencia histórica y en particular para la hegemonía de los Estados Unidos de América. Y no solo en la reconstrucción de Europa sino igualmente para consolidar sus intervenciones en Latinoamérica.

Sobre la cuestión nuclear poco se sabe de la política exterior del Paraguay. Al respecto, se plantean consideraciones sobre el régimen de instrumentos internacionales que en la materia adhiere nuestro país para su uso pacífico. En general, son de gran interés las contribuciones que presentan enfoques analíticos, conceptuales y de razonables propuestas sobre nuestros recursos hídricos y energéticos, así como en relación a la hidropolítica del Paraguay en el Cono Sur. Además, las referencias enunciativas y analíticas sobre los derechos de los Estados sin litoral marítimo y otras cuestiones relativas a la diplomacia. Luego, siguen los textos ya prefigurados en calidad de documentos, de análisis coyunturales, de recensiones bibliográficas y la memoria diplomática. Precisamente esta sirve de hermenéutica al hilo conductor de nuestra diplomacia en las precedentes administraciones gubernamentales. Y, más aún, como una valiosa contribución destinada al fortalecimiento de las relaciones internacionales del Paraguay, tanto en el ámbito bilateral como en el multilateral. De igual manera, para el continuum sistemático de nuestra evolución institucional, y así también en el proceso de formación profesional.

Siempre es posible trabajar por un mundo mejor. La racionalidad interpela a nuestra inteligencia

a seguir la escarpada pendiente de universalizar, por fin, la dignidad humana. Condición posible, claro está, si los ideales de la libertad, de la igualdad y del bien-estar se hacen generalizada realidad en todas las naciones.